martes, 29 de julio de 2014

Un último sueño despierto



Me encuentro una noche más, atrapado entre el sueño y tus recuerdos; preso de la sensación de tu cuerpo. Una noche más, se apoderan de mí tus ojos y me asaltan los más cálidos recuerdos. 
Una noche más, cuando las luces se extinguen tras mis párpados cansados; tú ocupas el éxtasis de mis pensamientos. 
Pues no eres si no la última luz que se entorna tras la luna de mi cielo

jueves, 3 de julio de 2014

...¿Me quiere?

Nunca hubiera deseado deshojarte, ser cómplice del delito que supone alienarte de la frescura de la brisa; separar tu cuerpo, cercenar tus miembros, y dejar que vuelen entre el clamoroso canto del trigo mecido por el verano. Y luego, una vez hallada la respuesta; abandonada a tu suerte, desnuda en la pradera, para que las mil flores de tu cabellera anacarada reflejen los rayos de un sol, que con toda certeza, te verá morir.
Sin embargo... ¡entiéndeme! pues no sería yo quien te lo pidiera su no fuera un asunto de extrema necesidad. He mirado la inmensidad del cielo, buscado las palabras en las caprichosas nubes que se dibujan en el firmamento, escuchado el rumor de los pájaros... y nada parece contener la respuesta a la pregunta que desde hace tiempo me formulo.
Si bien no comprenderé nunca la sabiduría de tus labios floridos, ni el bucólico consuelo que tus palabras sordas producen, hoy necesito tu ayuda.
Así que te estrecharé entre mis brazos, te asiré junto a mi pecho y le preguntaré a la inmensidad de tu cuerpo una cosa... ¿Me quiere?

miércoles, 2 de abril de 2014

Buenas noches

Te quiero tanto que a veces me asusta separarme de ti un instante, y dejar de besar tus labios un segundo. Porque quererte es lo que me da la vida, y temo separarme de ti y morir.

Te prometí una entrada, y aqui la tienes princesa. Te quiero mucho, buenas noches.

jueves, 20 de marzo de 2014

¿No ves que eres mía? Parte II

El general Arnord iba a tirarse en paracaídas desde lo alto de la montaña. Era un salto difícil, pero el equipo del general le esperaba debajo. Su todoterreno aceleraba, aparcado entre los libros de la estantería, a que aterrizase para salir corriendo de allí. Estaba listo, los chicos miraban desde abajo, se inclinó... ¡Y salió volando con su paracaídas!, ¡Oh no! parece que se ha enganchado... tendremos que salvarlo con el helicóptero... ninoninonino...
-¡Pedro! -se escuchó desde el salón- ¡Pedro hijo!
Dejé al general sobre su coche, aparté a los soldados con la zapatilla, y fui a ver que quería mamá, que me llamaba sin parar desde el salón.
-¿Qué pasa mamá?
-Voy a salir un momento a comprar. Vuelvo en un momento -dijo, y me besó la frente.
-¡Qué bien hueles mamá! -y desaparecí de nuevo en la habitación, donde el accidentado general me esperaba cubierto por su paracaídas.
Cuando la ambulancia estaba llegando para trasladar a general, se escuchó un fuerte golpe. Era la puerta. Papá había llegado. Dejé todo y salí para lavarme las manos, papá detesta que coma con las manos sucias.
Pero papá no dijo nada cuando salí al pasillo, y tampoco sonreía como cuando llega a casa. Estaba enfadado, se enfadaba otras veces con mamá y a mí siempre me daba miedo. Me escondí debajo de la mesa, gateé sin tocar el mantel y me senté en el suelo. No quería tirar nada, porque mamá había hecho una comida rica y todo estaba ya listo sobre la mesa.
Entonces papá le dio una bofetada a mamá. Se cayó al suelo porque fue muy fuerte. Yo quería gritar, pero no quería salir, no quería tirar las cosas. Seguía pegándola, y mamá lloraba fuerte, el ruido era insoportable, todo hacía ruido, muy alto, y su llanto me hacía daño en los oídos. Me tapé las orejas con las manos como ella me había enseñado, cada vez más fuerte, pero no conseguía dejar se escuchar... canté una canción. La canté primero en bajito, pero luego la canté alto, porque seguía escuchando el ruido que había, aunque me tapaba fuerte los oídos...
De repente, todo quedó en silencio. Destapé mis oídos poco a poco. Otras veces mamá seguía llorando y yo cantaba un poco más. Pero esta vez estaba todo cayado, no se escuchaba nada, solo papá, que abrazaba a mamá; tirados en el suelo...

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martes, 18 de marzo de 2014

¿No ves que eres mía?

Apenas había tenido tiempo de coger la chaqueta y descolgar las llaves del llavero que pendía tras la pared, cuando el picaporte giró. los cerrojos que custodiaban la entrada se corrieron de golpe y su acompasado chirrido restalló en la desnudez del pasillo.
Dejó de golpe las llaves en el tresillo y se apresuró. El eco metálico de su cuerpo golpeó  junto a unos céntimos amontonados en el cenicero. Se apresuró, tiró la chaqueta sobre el mueble del salón y dejó rápidamente el bolso sobre la mesa del comedor.
- Buenas tardes Antonio, ¿Qué tal en el trabajo?- preguntó tímidamente, arrastrando las palabras como en un susurro.
-Bien -respondió,  con un tono inquisitivo- ¿Qué hacías?
-¿Yo? eh... pues nada, ya sabes, cosas de la casa -balbuceó, como si tratase de ocultar la mentira más cruel del mundo.
-Ya... -sus pasos flanquearon su sombra, rodeó su cuerpo y acarició uno de los bucles que se descolgaban de su pelo. Posó firmemente la mano sobre la mejilla de Natalia y sujetó firmemente su rostro. Deslizó el pulgar de su mano hasta la comisura de sus labios y arrastró con inquina los restos del pintalabios, que tiñó la comisura de rojo- ¿Querías engañarme? -dijo, mientras se limpiaba el maquillaje en el bordado de su blusa- ¡Contesta! -gritó.
Natalia se derrumbó y emitió un quejido ahogado por un llanto que llevaba reprimiendo tiempo. Se desprendieron  de sus ojos huidizos unas lágrimas traicioneras con la bofetada que siguió a aquel "contesta" imperativo.
-Antonio por favor...
-¿Crees que puedes engañarme? -pero no paraba de descargar su furia contra ella, no cesaba mientras su hijo era fiel testigo, refugiado bajo la mesa- ¿A quién ibas a ver?, ¿A quién?... ¡contesta!
Y se precipitaron las fotos de sus marcos, los jarrones de sus asideros y la cera del horizonte de sus velas, se rompió la vajilla sobre la mesa, la bandeja y la comida sobre el suelo y su hijo se tapaba con fuerza los oídos, y se cayó la rosa entre los vasos y los barquillos del postre al suelo. Se echó a perder la comida romántica que Natalia había preparado, se destapó los oídos Pedro y cesó en su angustia Antonio. Ahora todo quedó extrañamente en silencio, y solo la voz de Antonio, sosteniendo entre sus brazos el cuerpo ,pareció decir de nuevo: ¿No ves que eres mía?

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viernes, 14 de febrero de 2014

"Spanish San Valentin"

Puede que mi atrevimiento suscite dudas, pero cuando llegó aquel 14 de Febrero yo lo vi claro. Estaba delante del espejo del baño. Los perdigones del cepillo de dientes salpicaban la efigie de mi retrato, que se reflejaba en la abrupta superficie del cristal. Había estrenado la camisa que mi madre me regaló por navidad, y había echado los calzoncillos de la semana a lavar. Rebusqué en la estantería del baño, encontré varios tubos de pasta de dientes caducados, y cogí la colonia. Quizás abusé de ella, pero era una ocasión especial. La dejé en su sitio con brío. Un bote se balanceó, y finalmente, se precipitó entre mis pies. Miré el desodorante sin agacharme, levanté el brazo e inspeccioné la salubridad de mi axila. También era necesario.
            Estaba plantado frente al espejo, mirándome de arriba abajo intentado estar perfecto. Calcetines blancos, zapatos oscuros, vaqueros rotos y camisa... ¡Está arrugada! Y es que verdaderamente no había caído. Me desabroché rápido y la tiré sobre la cama. Desordené el armario, rescaté del fondo la plancha y abrí, no sin dificultades, el tablero. No recordaba la técnica exacta. La estiré y dejé colgando las mangas. La plancha ya humeaba y decidí deslizarla sobre el tejido.
Mientras la estiraba eché un vistazo rápido a mi cuarto. Vi unos calcetines que había usado en Enero. Me abalancé sobre la cama y arreglé burdamente el edredón sobre la   bajera, con las gomas huidas del filo del colchón. Empujé la ropa a  la lavadora, metí en el lavavajillas la cacerola con el socarrado en el fondo, le pasé un papel mojado al cristal del baño, aspiré los rincones y escondí bajo la alfombra las  pelusas del suelo; metí en el armario del salón los platos de la comida y oculté las zapatillas en el trastero.
            Ahora incluso me parecía que la velada podía acabar con la última copa en mi casa, incluso olía a nuevo... Y a... ¡la plancha!, ¡la plancha!, está conectada, ¡dios mío! Corrí por toda la casa y rápido atravesé sus treinta metros cuadrados. Cerré los ojos por miedo y luego tiré del cable. El humo se elevaba desde el centro y la espalda yacía carbonizada sobre el tablero. Lo retiré rápido mientras con la otra mano atendía el móvil, que sonaba impertinente en el bolsillo. Saltó el contestador.
            -"Oye Javi, que al final me ha surgido algo, ya si eso quedamos otro día, besos"

            Me dejé caer en el sofá. Encendí la tele y saqué la cartera de los vaqueros. Echadas a perder las entradas para Jack el destripador...

FELICIDADES A TODOS LOS ENAMORADOS!!

miércoles, 22 de enero de 2014

Sheldon Cooper



 Volviendo a la desquiciante realidad que me rodea, llevo una hora intentando descifrar el mecanismo de desnaturalización de la albúmina. He seguido concienzudamente el método científico, y hasta creo haber calculado la constante de temperatura para la transformación proteica. He utilizado otros dos fuegos para realizar los controles oportunos y he aleatorizado la elección de los sujetos. Sin embargo, hay algo que se me escapa. El proceso no parece encerrar ningún mecanismo complejo, ¡hasta mi madre lo haría mejor!, y eso que reza por mi alma, convencida de que la física teórica me llevará derecho al infierno.
Una vez más. Doce horas, veinticinco minutos, tres segundo. Experimento número ocho. Controlaré el tiempo de ebullición con la constante de temperatura para ajustar la inversa del logaritmo de densidad.¡Maldición!, se me ha vuelto a quemar la tortilla...