viernes, 29 de noviembre de 2013

Desaceleración económica

Había pasado la noche en vela meditando aquellas palabras, tratando de buscar la forma de engañarme a mí mismo, de conseguir que sonara menos... nefasto.
Ahora, el murmullo acalorado del hemiciclo corta la respiración y censura mis últimos intentos de improvisar la comparecencia.
Las luces del techo se antojan cegadoras, reflejadas en el atril de caoba. Todavía sigo sentado en el butacón azul del pasillo. Me pregunto si mi discurso arrancará los más sinceros aplausos o sumirá la sala en un estrepitoso abucheo.
Creo que me han llamado en varias ocasiones antes de que el ministro de mi derecha me saque del trance con un codazo nervioso.
Me levanto y bajo despacio los pocos escalones enmoquetados que me separan del centro. El micrófono está  abierto, y mi respiración agitada retumba en los altavoces.
De repente, todo queda en silencio. Despego los labios y luego, aguardo un instante. ¿Existirá esta palabra?

Suspiro, y luego, entono en voz alta –Nos encontramos en una etapa de desaceleración económica…

Historia participante en el concurso del blog "Esta noche te cuento"

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