Hipocresía
Junto a la iglesia de las
Soledades, el párroco alternaba con las prostitutas que se refugiaban de la
frialdad de la noche en el pórtico de la parroquia. Su camisa negra echaba de
menos el alzacuellos, que se refugiaba huidizo en el bolsillo del pantalón; en
el que los casados ocultan su estado civil, y utilizaba su sermón de amor fraternal
para regatear el precio de un revolcón en la sacristía.
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