lunes, 28 de octubre de 2013

Hipocresía

 Junto a la iglesia de las Soledades, el párroco alternaba con las prostitutas que se refugiaban de la frialdad de la noche en el pórtico de la parroquia. Su camisa negra echaba de menos el alzacuellos, que se refugiaba huidizo en el bolsillo del pantalón; en el que los casados ocultan su estado civil, y utilizaba su sermón de amor fraternal para regatear el precio de un revolcón en la sacristía. 

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